Por Xavier Gómez Muñoz
Fotografías: Xavier Gómez Muñoz | cortesía
Edición 457 - junio 2020
El otro día fui a una fiesta, lo que no sería nada extraordinario si no hubiésemos estado en toque de queda ni en tiempos de confinamiento por el coronavirus. Me invitó Paola, mi pareja, quien leyó en un medio digital español: “Estás invitado a la primera macrofiesta internacional por el confinamiento”, y más abajo, ya en el cuerpo de la publicación: “quítate el chándal (calentador) y vístete como cualquier otro sábado noche porque tu casa se convertirá en una discoteca de mil personas”. Después de semanas de teletrabajo e intercalar los ratos libres entre Netflix y noticias en la TV y los medios digitales, era la propuesta más interesante que teníamos.
