Por Mónica Varea
Mi familia nunca fue larga, más bien bastante corta, tomando en cuenta que en la época de mis padres no había televisión. En mi casa de familia éramos seis, papá, mamá y nosotras cuatro.
A pesar de nuestras distintas edades y tallas, mi mamá era sumamente prolija, cifraba a la perfección toda la ropa interior con las iniciales de cada uno, aunque las posibilidades de confundirse era remotas, por no decir imposibles. Yo le hacía a mi mamá la broma de poner en mi cajón los calzoncillos de papá, porque ambos compartíamos las iniciales MV.
