EDICIÓN 424
Desde la primera alcaldía de Mahuad, Pipo Laso (su nombre de pila está completamente en desuso) pertenece a esa misteriosa secta de consultores políticos que diseñan, entre bambalinas, las campañas electorales y de promoción que necesitan ejecutar alcaldes y presidentes para sacar adelante sus administraciones.
A diferencia de colegas hipermediáticos como Durán Barba, Pipo es discreto y muy de vez en cuando acepta que le jalen la lengua públicamente, porque considera que ese es el rol de aquellos políticos a quienes asesora. Del barrio del Polo Barriga y el Gato Villabalba, no obstante haberse codeado con los más poderosos, Pipo conserva la sencillez y la picardía de los muchachos quiteños, de modo que cuenta y analiza las grandezas y miserias del poder sin perder la sonrisa. Aunque lo conozco hace años, recién ahora me desayuno que era músico de Los Príncipes y fue asesor del perseguido número uno de América Latina. ¿Cómo así?
