
“Nada hay tan respetable como la leyenda”, sostiene Pío Jaramillo Alvarado en la defensa apasionada que hace del padre Juan de Velasco; no lo defiende porque haya creído que el jesuita tenía la razón en todo lo que escribió, sino porque lo leyó bien: la Historia del reino de Quito jamás pretende ser un texto definitivo y, ciertamente, no es incuestionable. Es el esfuerzo de un exiliado que ni siquiera llegó a la imprenta y que, apoyado con frecuencia en una leyenda, se comunica con el “instinto popular”.
El indio ecuatoriano: contribución al estudio de la sociología nacional es, en general, un tratado apasionado. Su propósito central es claro: denunciar la situación del indio en el Ecuador. El país aspiraría a mejores horas y estaría más cercano a alcanzar un ideal propiamente americano si fuera profundamente antiesclavista.
El libro fue publicado por primera vez a finales de 1922. Recibió reediciones con nuevos capítulos y textos preliminares en 1925, 1936 y 1954 (otras tantas ediciones han aparecido luego de la muerte del autor). Una parte del texto está dedicada a la disputa en torno a Velasco pues, a partir de 1918, hubo una intensa polémica en el Ecuador con respecto a la cancelación de la obra del jesuita en el sistema educativo, y varias figuras públicas lo desacreditaron por no ser lo suficientemente “científico”.