Solemos hablar de la violencia y el tráfico de drogas de manera generalizada, como si solo fueran cifras y segmentos en los noticieros. Ante eso, ofrecemos una crónica atomizada y urbana, que muestra los personajes de una cotidianidad perturbadora.

En 2017 el Municipio de Guayaquil anunció que remodelaría el Mercado del Norte, en ese entonces ubicado en las calles Baquerizo Moreno y Padre Aguirre, en el centro de la ciudad. La idea era que los puestos de venta de víveres se mudaran temporalmente mientras duraran los trabajos, pero han pasado cinco años y no han vuelto. Ni volverán: en noviembre de ese mismo año el Cabildo anunció que destinará la sede original a un proyecto cultural.
Resignados a su suerte, los comerciantes esperan ahora que construyan el nuevo mercado en un solar que ocupa más de la mitad de una cuadra de la calle Ximena, en su intersección con Piedrahíta. Actualmente, y desde fuera, se distingue un terreno cercado con planchas de zinc, pero allí, entre los años setenta y noventa, surgió y se expandió un caserío que llegó a ser conocido como Chicago Chiquito, lugar estratégico de expendio y consumo de estupefacientes de la época.