No tiene chofer. Decidió no comprar ninguna mansión en el extranjero para su uso personal. Se comporta sin sofisticaciones: prefiere la Coca-Cola light al vino, come cacahuates japoneses con la mano. “No es generoso ni con él mismo”, dijo alguien que lo conoce de cerca. ¿Puede el hombre más rico del mundo ser una buena persona?
Por Diego Osorno
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