
Muchos aseguran que es el mejor camarero de Quito. Varios coinciden que, más allá de las alitas del Hunter’s, él es el rostro del restaurante. Esta es la historia de Jorge Troya.
Soy Jorge Troya González. Quienes me conocen me dicen Jorgito, en diminutivo, con cariño.
Casi todos los días visto pantalones de casimir, negros bien planchados, una corbata y zapatos del mismo color, bien lustrados; una camisa celeste y un chaleco a cuadros. Es un uniforme rígido, pero me muevo con mayor velocidad cuando lo llevo puesto, mucho más rápido que en mis trotes de la mañana, cuando ando en calentador o en pantaloneta y corro siete kilómetros. Tengo sesenta años, pero subo y bajo escaleras como alguien de veinte: soy el mesero más veloz, dicen. Y eso que soy flaco, y bajito.