En medio del desempleo y la tensión social se cuenta esta bella historia que funde las ganas de bailar de su protagonista con la lucha obrera del entorno.
La Inglaterra de 1984 tenía serios conflictos. La señora Thatcher estaba en el poder y gobernaba con un estricto programa de privatizaciones. El desempleo y la pobreza aumentaban. Los trabajadores del sector minero, en el centro del país, ejercieron tenaz oposición por medio de una huelga que duró muchos meses. La vida era dura para muchos. En ese ambiente de tensión y violencia se sitúa una bella historia, devenida en el clásico filme Billy Elliot.
Billy es un muchacho de once años. Vive en una modesta casa de provincia, con su padre y su hermano, ambos trabajadores mineros en paro, y su anciana abuela, afectada de Alzheimer. Billy tiene un predicamento: entrena boxeo (algo que odia) motivado por su padre, pero tiene gran curiosidad por el ballet (algo que es visto como una actividad exclusiva para niñas), que se practica al lado del gimnasio de boxeo.