
Se cumplen cien años del nacimiento del audaz bandoneonista argentino que revolucionó la esencia del tango con erudita sofisticación.
La labor creativa, decía Ástor Piazzolla, es “un momento de enajenación, de éxtasis”. Admirador de Ígor Stravinski se empeñó en dominar el estilo clásico y tuvo la suerte de ser discípulo del músico Alberto Ginastera y estudiar en París con la directora de orquesta Nadia Boulanger, formadora de grandes compositores del siglo XX.
La innovación en “tonalidades, colores y ritmos” y la utilización de armonías disonantes fueron las premisas del artista marplatense al “liberar el tango de sus pautas tradicionales”, indica la Fundación Ástor Piazzolla.