
El otro día tenía una canción de los Counting Crows en la cabeza, por horas, durante un paseo en la montaña. Quería sacármela de encima. La escuché por error. Me devolvía a mis trece años. No lo logré. “Round here…”. Las canciones pueden pasar de persona en persona; quizás sean el ejemplo más nítido del fenómeno transpersonal, pero sucede en las artes visuales y en la literatura también.
Las famosas escuelas de pintura apuntaron a eso. El cubismo analítico presenta obras cuya autoría individual es poco discernible para alguien que no es historiadora de arte o no tiene el catálogo a la mano. ¿Es Picasso, Braque, Gris, Gleizes?
En Latinoamérica el caso paradigmático es el movimiento uruguayo de vanguardia conocido como Universalismo Constructivo. Decenas de artistas volcados hacia un proyecto común, anónimo, sencillo, accesible, austero, universal. Hasta ahora, los estudiantes de los estudiantes de los estudiantes de este movimiento siguen produciendo en la misma línea, y si uno pasea por los mercados de Montevideo, se va a encontrar con artesanías, souvenirs para turistas, marcas, gráfica popular y otras visualidades que están empapadas por la corriente, a poco menos de cien años desde que irrumpiera en la escena uruguaya.