La reciente apertura de la colección particular de François Pinault en la Bourse de Commerce de París, y su arriesgada apuesta por artistas jóvenes y en muchos casos desconocidos, levanta roncha entre los amantes del arte como acto de contemplación.

El 25 de junio a mediodía cayó la primera cabeza de la réplica de “El rapto de las Sabinas” (original de Giambologna de Flandes, 1529), hecha en cera por el artista suizo Urs Fischer (1973). Esa réplica perfecta a tamaño natural elaborada en cera pigmentada que a la vista, casi al tacto, parece mármol, arde de forma permanente junto a los otros elementos hiperrealistas que componen la instalación de Fischer ubicada en el centro de la estructura cilíndrica de hormigón, sobria y elegante, introducida por el arquitecto japonés Tadao Ando en la rotonda del antiguo edificio de la Bolsa de Comercio de París.
La idea del artista, nos cuenta el guía de la visite ecleirage (algo así como “recorrido esclarecedor”, fantástico por cierto), es expresar que toda creación es también, siempre, un acto de destrucción. Así estas esculturas entre las cuales hay varias sillas que representan épocas y creaciones de culturas remotas, haciendo eco de la historia del comercio entre los cinco continentes que narran los murales de la cúpula de la rotonda, y una escultura a tamaño real de su amigo el artista Rudolf Stingel —cuya obra está expuesta en el segundo piso—, irán transformándose día a día hasta extinguirse y volver a emerger de nuevo, durante los meses que dure Obertura, la exposición con la que el magnate del lujo y dueño de la casa de subastas Christie’s, François Pinault, inaugura este nuevo espacio para el arte contemporáneo en París.