Desde que fue comprado por Disney, del universo Star Wars se han desprendido series, películas y productos que tienen más o menos contentos a los fanáticos. Sin embargo, de vez en cuando, hay algo que se destaca. Este año fue Ahsoka, en pocas palabras: una serie de acción.

Se ve al sello de Disney cada vez con más frecuencia. Más pronto que tarde y sin que nos demos cuenta, Disney comprará las casas en las que vivimos, los supermercados donde hacemos las compras y hasta los hospitales donde atienden nuestras enfermedades (¿se imaginan a un equipo de médicos practicando una reparación de aneurisma cerebral, todos con orejas de Mickey Mouse?). Será, al final, el mundo mágico que nos prometieron. Caben, entonces, dos preguntas: ¿entraremos todos en ese mundo mágico?, ¿seremos felices?
La colonización, que empezó años atrás con la venta de ropa y juguetes, encontró su momento de mayor alcance en las plataformas de streaming. Star Wars, por ejemplo, tiene su propia categoría dentro de Disney+, y son tantos los derivados de la mitología que, como suele pasar, el arte será más largo que la vida misma. Una persona que, con abnegación y disciplina, se proponga consumir todos los contenidos de Star Wars ahora disponibles en Disney+ tendrá que renunciar a cualquier otra actividad: adiós amor, adiós matrimonio, adiós familia; lo siento pero estoy viendo Star Wars.