
¿Será posible la equidistancia entre Estados Unidos y China en la guerra fría que ya está empezando?
Fueron unas declaraciones rudas y desatinadas, bastante desprolijas, que casi nadie las tomó demasiado en serio porque en las campañas electorales tercermundistas los candidatos suelen decir cualquier cosa, sin límite ni prudencia. Había, conociendo al personaje, la esperanza bien fundamentada de que cuando fuera presidente volvería a la sensatez. Al fin y al cabo, en sus dos mandatos como gobernante del Brasil, de 2003 a 2011, Lula fue un hombre de Estado serio y solvente, de una izquierda responsable, que cambió su país sin trastornarlo ni dividirlo.
Sí, su exhortación a Ucrania para que renuncie a los territorios que Rusia le ha arrebatado por la fuerza (con lo que —supuso— podría negociar el final de la guerra iniciada en febrero de 2022) fue un disparate sólido, una tontería impropia de un político que siempre se ha declarado amante de la justicia y respetuoso del derecho internacional. Pareció un exabrupto de tarima, en medio de algún mitin ruidoso y exaltado. Nadie creyó que desde el 1° de enero de 2023, cuando asumiría la presidencia por tercera vez, diría otros adefesios de ese calibre. Pero los dijo. Y no para de decirlos.