El geólogo Alexander Hirtz, impulsor del Museo de Ciencias Naturales y del Jardín Botánico de Quito, cuenta algunas de sus aventuras y propone un sueño para darle la vuelta a la Mitad del Mundo.
Su universo, intelectual y físico, es polifacético. En un momento puede hablar de una orquídea en uno de sus cinco viveros, referirse a un fósil hallado en una excavación o mostrar una hermosa colección de silbatos precolombinos —que es solo una parte de las miles de piezas que custodia—. Así es Alexander Hirtz (1951), geólogo de profesión, botánico y zoólogo por ósmosis, coleccionista por herencia y arqueólogo aficionado.
Este explorador aventurero ha colaborado en el descubrimiento de más de mil orquídeas y bromelias, de las cuales 78 llevan su nombre, como la espectacular Dracula hirtzii. Donó parte de su colección de minerales para iniciar el Museo de Ciencias Naturales (ahora cerrado) y fue uno de los fundadores del Jardín Botánico de Quito. Incansable, a sus 72 años aún tiene muchos sueños por cumplir.
