Se le dice K-pop a todo lo que se considera cultura popular surcoreana. Por algo se le dice cultura y no simplemente entretenimiento. Hay una diferencia. El impacto cultural que genera “el pop coreano” está desde hace rato recogiendo sus propios frutos.
Cosas de fanáticos
Conocer al grupo musical Astro fue para María José Aristizábal, de veintitrés años, una especie de revelación. Ya tenía un tiempo vinculada a la escena del pop surcoreano, el K-pop, gracias a una amiga de la universidad. Incluso había bailado un tema de Super Junior, otro grupo, en unas olimpiadas de su colegio. Pero cuando oyó Astro sintió que había encontrado un tesoro.
Llegó a ellos porque formaba parte de un grupo de dance cover, es decir, aquellos que rinden tributo a sus ídolos de K-pop, emulando sus coreografías y suelen organizar competencias y eventos. “De ellos me atrapó su buena energía y originalidad. No siguen las modas que van imponiendo los grandes grupos. Ellos emanan otra vibra. Sentí que yo los había descubierto. Me dije: este es ‘mi’ grupo”.