Lo que pasa en esta historia es que una mujer libre visita a un hombre preso y así conoce detalles de la vida al interior de una cárcel. Por motivos de seguridad, hemos guardado la identidad de los involucrados. Dicho esto, los hechos que aquí se relatan vienen de primera mano y en voz de su protagonista.

Primer día
Ahí estoy yo, vestida de pantalón blanco, camisa blanca y zapatos rosa. Asustada y orgullosa, sentada sobre una banca azul de lata en la celda del caporal, sintiéndome importante. Es la tarde de un sábado de agosto, hay un sol luminoso, hace calor. Por una ventana rota se escuchan las voces atiborradas de hombres encerrados.
Para entonces llevo un año y tres meses visitando la prisión con frecuencia. El preso al que veo es parte del grupo favorecido de la sociedad que se forma en el encierro. En la cárcel todo es un privilegio, todo se puede comprar, vender, consumir. En eso, la cárcel no es distinta a la calle, devuelve el reflejo de una sociedad atroz y desigual.