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Un lluvioso sábado de enero se me apareció el ángel al que tenemos derecho creyentes y no creyentes. Se posó en mi ventana, sacudió como un gato sus empapadas alas y me dijo: la primera madeja titulada Albura ha terminado. La segunda, los Kitos infiernos, empieza hoy mismo, así es que, Lázaro, levántate y anda.
Ladeé las cobijas con el pie zurdo y así, medio sonámbulo, ya que a simple vista todo era un sueño, me coloqué bajo la ducha y me vestí con la mejor ropa, como si no me fuera a la guerra.
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