Mi copa y yo vamos a separarnos.
No es una tragedia, tan solo es el final
Andrés Calamaro
Qué voy a hacerle yo si me gusta el whisky sin soda
Joaquín Sabina

Llovía, la neblina y el humo se metían por mi nariz y el frío me entraba hasta los huesos. Le di otra calada a mi Lark, ese “viejo amigo”, y lo encontré amargo, y lo injurié; lo sentí áspero, pesado, me pasó raspando la garganta. Por un instante me miré desde fuera y no entendí nada. ¿Qué hacía yo en la lluvia aspirando humo con nicotina?
Ni siquiera se sentía bien, todo lo contrario, una voz inconsciente, que a ratos parecía a la de una madre que incita a su hijo a comer otra cucharada de sopa, me decía: ya falta poco, dale, dos pitadas más y se acaba, dale, tú puedes.