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Muerte en la penitenciaría

por Anamaría Correa Crespo

Columna muerte en la penitenciaría
Ilustración: María José Mesías

¡Ah de la vida!…
¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.
¡Que sin poder saber cómo ni a dónde
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que
no me ronde.
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será,
y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.
Francisco de Quevedo

Entre la tarde del 12 de noviembre y la madrugada del 13, 68 personas habían sido asesinadas en la Penitenciaría del Litoral y otras veinticinco fueron heridas. Pocas semanas antes, el 28 septiembre, habían muerto otros 119 presos.

Esa mañana, al abrir el teléfono, empezaron a aparecer las noticias del monstruoso evento. Era inimaginable. Supongo que, mientras unos festejaban la consumación de la barbarie, otros estábamos sumidos en la conmoción y la angustia.

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