Golpear para educar no solo es nefasto para la salud física y psíquica de un niño. También es poco efectivo. Y, además, es inútil, pues existen muchos recursos para que padres y madres eviten los castigos físicos.

Con eso (el látigo) nos educaba mi papá y, gracias a esas correcciones, todos somos profesionales exitosos y felices”.
Esa es la mejor medicina, el psicólogo. Antes se criaba a los chicos con mano dura y firmeza. Por eso, somos gente de bien, no delincuentes”.
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