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El huevo y la gallina (notas mentales para mí mismo)

por Salvador Izquierdo

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Nieve sobre el arenal del volcán. Pichincha se llama o así le dicen. “Mira el Pichincha”, repiten los quiteños, suspirando, integrando el arte y la vida como las viejas vanguardias históricas buscaron hacer un siglo atrás. Luego vuelven los ruidos mecánicos, dolorosos, de las construcciones más recientes.

La diferencia entre tener los ojos abiertos y los ojos cerrados es mínima. La sensación del espacio, en cualquiera de los casos, permanece. La cabeza podría estar en los pies o en el diafragma. Podría ser tan grande como el planeta. Los ojos no son lo que ven o, como dijo el escritor argentino Macedonio Fernández, vanguardista él mismo quizás: no toda es vigilia la de los ojos abiertos.

Un helicóptero en el cielo. Su sonido explosivo. A veces los oídos se tapan y no hay nada que hacer. Los ojos se pueden abrir y cerrar a placer, pero los oídos no. Ojo: el francés Jean-Dominique Bauby “dictó” su famoso libro, La escafandra y la mariposa, mediante parpadeos. Se despertó veinte días después de haber sufrido una apoplejía para descubrir que solo podía abrir y cerrar el párpado de su ojo izquierdo. Y con eso hizo lo mejor que pudo.

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Autor

Acerca de Salvador Izquierdo

(Londres, 1980). Escritor, co-fundador de Editorial Festina Lente y actualmente Decano de la Escuela de Formación General de la Universidad de las Américas. Su último libro se llama Cómo estás?
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