Desde hace veinte años, la Red de Guardianes de Semillas trabaja para incentivar un relacionamiento armonioso con el ambiente. Las semillas campesinas son el aglutinante de su concepción, pero el trabajo y la práctica abordan todos los aspectos de la vida.

La comunidad de Guangaje queda montaña adentro en el camino que sube a la laguna del Quilotoa, en la provincia de Cotopaxi, allí donde los Andes lucen como una manta tejida con parches verdes de diversos tonos. Son las 09:30 de un martes soleado, estamos a 3700 msnm y el viento corre con fuerza, pero apenas se siente el frío. Rogelio Simbaña y Fernanda Meneses (quienes junto a Javier Carrera —esposo de Fernanda— son los principales coordinadores de la Red de Guardianes de Semillas) llegan para saber cómo van las cosas en algunas pequeñas fincas de la zona y para entregar herramientas de trabajo a los campesinos.
Caminamos por el filo de una ladera para acceder a la primera finca y, en paralelo, por la ladera de enfrente camina un niño vestido con un poncho rojo que delante lleva a un rebaño de ovejas y detrás a una manada de llamas. Una idílica postal campestre.