
Texto y fotografías Óscar Espinosa
Descender hasta las mismísimas puertas del infierno y luchar por cada bocanada de aire, mientras con sus manos desnudas arrancan trozos de roca amarilla, siempre pendientes de la dirección del viento para no acabar cubiertos por esa nube de gases tóxicos. Más de doscientos hombres, respirando a través de un trapo húmedo metido en la boca y con una barra de hierro como única herramienta, extraen azufre del interior de un volcán en la isla de Java.
La meseta del Ijen, situada en el cinturón de fuego del Pacífico, es una extensa región volcánica de Java Oriental, en Indonesia, rodeada de selva tropical escasamente poblada y con las mejores plantaciones de café del país. Está compuesta por tres conos volcánicos, el Ijen (2368 msnm), el Merapi (2800) y el Raung (3332). Un lago de color azul turquesa, con aguas cargadas de ácido sulfúrico y ácido clorhídrico y con una acidez extrema, forma el cráter del Ijen que, junto a los gases que emanan de la tierra, hacen del interior del volcán una zona inerte.