Por Rafael Lugo Naranjo.
Ilustración: Shutterstock.
Edición 466-Marzo 2021.

La noche de la agonía empezó a gestarse en las horas de la mañana con el pedido de mi hijo menor de participar con él en un video para su clase de educación física. Teníamos que hacer cinco juegos de cinco golpes con la pelota de vóley y enviárselo a su profesor. Me pareció un asunto perfectamente posible, pues yo había jugado vóley en el colegio y en la facultad. Pero el asunto no fue perfectamente posible pues esas actividades mías se dieron en el siglo pasado.